Siete claves para crear mejores conversaciones
Pautas para generar diálogos interesantes y estimulantes en los que todo pueda ser expresado.
Por Arturo Torres*
La inteligencia es una capacidad mental muy general, y uno de los ámbitos de la vida en los que se expresa más y mejor es en las conversaciones que tenemos en tiempo real con amigos, colegas, potenciales clientes… Lo que verbalizamos habla acerca del tipo de persona que somos, y justamente por eso resulta muy importante dominar muy bien las habilidades comunicativas implicadas en esta actividad.
Ahora bien, hay muchos elementos que pueden interferir en nuestra manera de expresarnos: nerviosismo, desorganización, bloqueos mentales… Saber minimizar su efecto también forma parte de la pericia comunicativa que hay que saber desarrollar. Si quieres empezar a remar en esa dirección, puedes empezar por seguir estas pautas para saber generar conversaciones interesantes, estimulantes y que involucren a los demás.
Cómo crear buenas conversaciones
Sigue estas pautas e incorpóralas a tus hábitos diarios: no hay soluciones mágicas que se noten en dos días, pero sí resultados a medio y largo plazo.
1. Enriquece tu mente
El primer paso para enriquecer el contenido de una conversación es enriquecer los propios conocimientos. Ir ganando referencias culturales sobre artes, política y ciencia, por ejemplo, hace que pocas veces nos quedemos sin saber qué decir, porque incluso si no conocemos bien el tema del que se habla, ganamos la capacidad de realizar preguntas que aporten y que sean significativas para todos los que escuchan.
Por supuesto, este paso no puede cumplirse en unas pocas horas, pero es el primero que debemos dar, y aplicarla a nuestro día a día leyendo libros y artículos, exponiéndonos al arte con frecuencia y, por supuesto, participando en conversaciones. Lo cual nos lleva al siguiente punto.
2. Rodéate de gente de la que puedes aprender
El intelecto es un músculo que se ejerce sometiéndolo a esfuerzos, y para ello hay que procurar llenar nuestra vida de personas estimulantes. Saber detectar estas personas, además, ya es un reto: ¿ese hombre al que admiramos es realmente interesante, o solo nos impresiona su estética y la agilidad con la que habla? La mejor conversación es aquella que estimula toda la mente, no solo los oídos y los ojos.
3. Aprende a seguir ritmos
Muchas veces, el problema que hace decaer la calidad de la conversación es simplemente el hecho de no controlar los ritmos de la participación. Hay personas que creen haber participado en un diálogo cuando en realidad han estado escuchando sin decir nada, y hay quien acapara el turno de palabra y hace que los demás quieran irse por el aburrimiento.
Para mejorar en este aspecto, por ejemplo, si crees que tienes tendencia a hablar demasiado puedes presionar un pulgar contra la palma de tu mano durante todo el rato en el que hables; así te estarás recordando todo el rato que llevas un rato acaparando la atención. Si te ocurre lo contrario y no hablas, juega a detectar pausas algo más largas de lo normal en lo que dice el otro y a pensar rápidamente en algo que decir, aunque sea una sola frase, sin cambiar de tema.
Por supuesto, al principio esto no hará que la calidad de la conversación mejore (todo lo contrario) pero gracias a ello te acostumbrarás a hablar más y le irás perdiendo el miedo a generar diálogos más simétricos.
4. Ponte en el lugar de los demás
Otro de los problemas de las conversaciones tiene que ver con la creencia de que los demás saben lo mismo que nosotros. Esto puede hacer que lo que se dice no les interese (por no entender esas referencias). Es bueno que te plantees cuál es el tipo de conocimientos que tienen los demás, y adaptarse a ellos.
5. Escucha de verdad
No te preocupes por tu imagen; simplemente, piérdete en lo que dice la otra persona, sus palabras. De forma natural la mirarás a la cara y con frecuencia a los ojos, pero no te obsesiones con ello. Tu atención debe estar puesta en el discurso.
6. No tengas miedo a hablar sobre ti
Se puede hablar de prácticamente cualquier cosa si se halla una manera ágil de ligarla al tema que se está tratando en una conversación. Si crees que una anécdota de tu infancia dice algo sobre la postura ideológica de la que hablas con tu compañera de trabajo, sácala a colación, siempre que no lleve mucho tiempo, para no divagar.
7. Presta atención a las señales de interés
Cuando hables, de vez en cuando observa las reacciones de los demás con el objetivo específico de estimar si les interesa lo que oyen. Si crees que no, “aligera contenido” desarrolla un final para aquello de lo que hablas y busca un “aterrizaje” en el tema que crees que interesará (y que posiblemente se venía tratando antes). Por mucho que dominemos el arte de la palabra, lo que importa y lo que no es algo que es decidido por el conjunto de personas que participa en la conversación.
*Psicólogo especializado en comunicación política y psicología social.
Fuente: Psicología y Mente.