Periodismo Ciudadano
¿Es una salida profesional o un nuevo modelo empresarial?
Referirse al periodismo y a sus novedades, nos ha de remitir a Montesquieu y a su idea de lograr equilibrio en la sociedad al distribuir determinantes roles entre quienes elaboraban las reglas, quienes ejecutaban en atención a esas reglas y quienes debían juzgar a quien contravenía lo dispuesto en las reglas. He ahí el punto de partida para los poderes legislativo, ejecutivo y judicial.
Era un hito en la aspiración de que quienes no se sentían lo suficientemente representados, buscaran vías para lograrlo, consumándose de esa manera la prensa que luego sería conocida como “el cuarto poder”. Así se logró un nuevo elemento de equilibrio que ayudaba a controlar a los otros tres poderes. Se trataba de que, bajo la denominación de opinión pública, se expresara el pueblo, al que le habían dicho que era soberano.
Ese surgimiento del denominado “cuarto poder” encuentra antecedentes en el Imperio Romano. Hay quienes refieren como el primer producto periodístico aquella hoja de noticias que circulaba por la antigua Roma, llamada Acta diurna. Cuentan que se publicó semanalmente desde el año 59 a.C., sirviendo para informar sobre hechos políticos y sociales. También se habla de otras publicaciones romanas que podrían ser consideradas como precedentes del periodismo: el Acta Senatus y los Annales Maximi.
Se cuenta que algunos siglos más tarde, hacia el año 713, existió en China una publicación del gobierno imperial. Mientras, en la Europa medieval, surgieron los avisos, páginas escritas a mano que se colgaban en lugares públicos. Ya en el siglo XIII, fue creada la Nouvelle Manuscrite, en Inglaterra, en la que se hacían relatos grabados en madera para la difusión de noticias.
En todo este recorrido tiene especial relevancia la aparición de la imprenta. De hecho, Toffler, en La tercera ola, la refiere como determinante para ese segundo período en el que la comunicación comienza a operar “de uno a muchos”. Pues si bien es cierto que la comunicación masiva llevaba mucho tiempo, lo real es que con la imprenta logra el más significativo de los impulsos.
En una interesante recopilación publicada en el blog //www.hiru.eus, sobre historia de la prensa escrita, se da cuenta de que luego del valioso aporte de Johannes Gutenberg, “empezaron a aparecer hojas con información sobre puertos, eventos políticos, sucesos… El primer periódico impreso fue Nurenberg Zeitung, y se publicó en Alemania en 1457”.
Sigue reseñando el referido blog que “poco a poco, estas publicaciones fueron adquiriendo una periodicidad determinada, bien diaria, semanal, y en el siglo XVII, se extendieron por toda Europa y América los periódicos publicados regularmente”. Destaca que “en 1615, nació el Frankfurter Journal, de Alemania; en 1622, el periódico inglés Weekly News; en 1640, la Gazzeta Publica, de Italia; en 1641, la Gaceta semanal, de Barcelona, y en 1661, La Gaceta, de Madrid… Anterior a este último es el Post-och Inrikes Tidningar, de Suecia, el periódico más antiguo del mundo que aún hoy continúa editándose, y que fue publicado por primera vez en 1645”.
De su lado, Frank Luther Mott, prestigioso periodista estadounidense, profesor e historiador del periodismo, en su publicación titulada “Una prensa libre: la historia del periodismo”, refiere que “en el siglo XVII proliferaron en América, especialmente en México y Lima, hojas volantes que se publicaban casi siempre con el pretexto de la llegada de alguna flota proveniente de Europa, así como con las noticias más notables del virreinato”. Según el investigador “un siglo más tarde se establecen periódicos continuos y con secciones”, citando entre los más antiguos a Gaceta de México y Noticias de la España (de 1722).
Como se puede notar, esa dedicación a buscar informaciones para que la sociedad se entere de lo que ocurre a su alrededor, no solo viene de hace mucho tiempo, sino que también ha estado vinculado a diversos intereses: desde el económico o el político, pasando por el ideológico, el religioso o el social.
Pero vale preguntarse, ¿Qué ha ocurrido con la objetividad o con aquel alegado equilibrio referido a la luz del planteamiento de Montesquieu? Parece que lo expresado por el periodista y escritor polaco Ryszard Kapuściński, adquiere cada más relevancia en esta tercera ola, con “comunicación de muchos para muchos” (Toffler), caracterizada por el reinado de las redes sociales virtuales, como supuesto vehículo de expresión de la opinión pública.
“Cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante”, ha dicho Kapuściński. Y nada más cierto, sobre todo cuando hemos pasado, a decir de Ignacio Ramonet, “de los medios de masas a la masa de medios”.
Así como la imprenta revolucionó esa segunda ola de la comunicación, Internet, sobre todo en su etapa de 2.0, ha venido a revolucionar la tercera ola. Pero, ¿Cuál ha sido la lógica conductora de esa revolución?
En su publicación titulada “Comunicación, periodismo y empresa”, Jordi García i Tabernero sostiene que “el poder de influir en la opinión pública ya no está sólo en manos de una élite que controla los canales de comunicación”. Al respecto observa que “esto no es ni bueno ni malo. Es, simplemente, diferente”.
Y es aquí donde creo determinante que quienes estudiamos y trabajamos la comunicación entendamos algo: el asunto no estriba en quien tiene en las manos sino en saber lo que se tiene entre manos.
Por eso creo muy válido que nos preguntemos: ¿Resolvió el nacimiento de ese “cuarto poder” la necesidad de equilibrio como soporte de la sociedad? ¿Qué ocurre con la lógica de la comunicación política, centrada en manejar las percepciones, y la realidad que ha de vivir cada ser humano? ¿Qué acontece (in crescendo, por demás) desde la lógica empresarial y el precio de la información a la luz de lo planteado por Kapuściński?
Como he expresado en el foro, creo que esa “oportunidad para que se exprese el pueblo” está tan mediatizada con en sus mejores (¿o peores?) tiempos. Los contenidos, las formas de tratarlos, el sentido de oportunidad, los niveles de profundidad a que son abordados y hasta el trato que suele darse a quien llama o procura interactuar, distan mucho de un verdadero interés compartido entre reales emisores y destinatarios. Esto lo subraya la expresión (cargada de ¿sinceridad? Ya uno ni sabe) de Eric Hippeau, director de la firma de capital riesgo Lerer Ventures (con inversiones en medios como PandoDaily y NowThis News), cuando dice: “Nuestra percepción, en términos generales, es que el de la información es un negocio en crecimiento”.
El tema estriba en el enfoque estratégico. Así como la tecnología en manos de alguien sin conocimiento para usarla, no pasa de ser simple chatarra, esas cada vez más abundantes vías para comunicar, sin adecuadas estrategias para su uso, sirven para cualquier otro objetivo diferente a comunicar (en su acepción de vía para el entendimiento y el bienestar, con sostenibilidad).
La manera en que hasta ahora se viene ejerciendo el periodismo ciudadano, como mucho, alcanza alguna incidencia táctica en el de venir de nuestras sociedades. Y como hemos de saber, si bien es cierto que la táctica se encarga de la parte operativa de la estrategia, no menos cierto es que la segunda es la que tiene absoluta claridad del destino a que habrá de encaminarnos cada acción que realicemos.
Estamos muy creídos en que internet ha venido a democratizar la comunicación. No hemos reparado en que, por la lógica con la que suele usarse, responde a los intereses del mercado. ¿Acaso no se ofrece (sin ser consciente de ello) más información relevante que la que recibimos por esa vía? ¿No responde esa lógica al factor de distracción que nos desvía de lo esencial? ¿Qué ocurre con la nueva realidad, en que ha dejado de existir la privacidad? ¿Qué ocurre con esa nueva forma de “pensar”, en la que ya no nos ocupamos de responder a qué y a cómo porque ahora sabemos el dónde (una de esas máquinas de producir dinero, una empresa privada: Google) que responde a los qué y a los cómo – y ni pensar en los por qué y los para qué- de más del 98% de todo lo que desean saber los seres humanos?
En suma, el denominado periodismo ciudadano, ese fenómeno que además de estar cambiando el modelo empresarial de los medios de comunicación, también lo hace con el modelo de ejercer el periodismo, asumido como hasta ahora, ofrece oportunidades (con grandes retos) profesionales y sirve como campo para (múltiples formas de) emprendimiento empresarial.